Sonsoles García-Nieto.
Hace un año, las 99 ONGD madrileñas de la FONGDCAM (Federación de ONGD de la Comunidad de Madrid) pusimos en marcha la campaña de incidencia social y política Elijo Solidaridad que instaba a la ciudadanía y a los poderes públicos a optar por la solidaridad. ¿Por qué este llamamiento personal e institucional a la solidaridad?
En primer lugar porque la solidaridad nos hace mas humanos. Las personas y las sociedades que las conformamos poseemos la capacidad de ayudar, cooperar y colaborar con quién mas lo necesite, la capacidad de empatizar con el sufrimiento ajeno allá donde se encuentre. En España y según el eurobarómetro de 2015 contamos con una población que siempre ha dado muestras de su solidaridad con otros pueblos: el 98% de la población española opina que la cooperación internacional es importante y el 71% piensa que la lucha contra la pobreza debe ser una de las prioridades principales del gobierno; sin embargo y, de nuevo según el eurobarómetro, solo una de cada tres personas colabora activamente en estos temas.
Individualmente tenemos que aprender a canalizar nuestro compromiso solidario a través de acciones concretas. Es necesario que optemos por una solidaridad activa que sepa convertir nuestra preocupación por la situación mundial de injusticia y desigualdad en responsabilidades cotidianas y en demandas políticas a nuestros gobernantes.
Pero además nuestros representantes políticos, o aquellos que aspiren a serlo, deben asumir que la solidaridad, la cooperación entre iguales, es también y sobre todo cosa suya. Porque es un deber ético: ¿qué clase de sociedad no se conmueve y se mueve ante la tremenda situación de derechos humanos fundamentales conculcados de otras sociedades? Es también un deber jurídico, porque las administraciones públicas deben cumplir las leyes de las que se han dotado, como las numerosas leyes de cooperación que se han ido promulgando a lo largo de los últimos años así como los compromisos internacionales suscritos. Por supuesto, es un deber político dar cauce a la sensibilidad solidaria de la población. Y además es también una necesidad ya que sociedades más justas e igualitarias son también sociedades menos conflictivas y más seguras.
Por tanto, les corresponde a nuestros gobernantes elegir solidaridad y terminar con unos recortes que han supuesto que la Ayuda Oficial al Desarrollo madrileña desembolsada haya pasado del 0,25% de su presupuesto en 2008 al 0,071% en 2011; poner en marcha una política pública de cooperación internacional que no tenga el carácter instrumental que ha tenido estos años, al amparo de vaivenes económicos y políticos; y educar a la ciudadanía en los valores de solidaridad, justicia e igualdad, de lucha contra la pobreza y por un desarrollo humano sostenible.
Seguimos necesitando más sensibilidad política y ciudadana hacia la cooperación internacional, porque es la expresión de la solidaridad entre los pueblos. Con campañas como Elijo Solidaridad hemos recuperado, en parte, la ilusión sacudiéndonos esa sensación de desanimo que nos había invadido al ver cómo se deshacía en meses lo que había costado años construir: una política pública de cooperación descentralizada que contribuya a que miles de personas puedan vivir dignamente y al cumplimiento de sus derechos. Y en ello seguimos.
Sonsoles García-Nieto es presidenta de la FONGDCAM (en breve Red de ONGD de Madrid).