Luis Arancibia
El filosofo Peter Singer comienza su libro “The life you can save” (Singer, 2009) con un cuento que sitúa al lector ante un hipotético dilema moral: una persona va camino a su casa cuando ve a un niño ahogándose en una poza ¿Qué debe hacer? ¿Salvarlo a pesar de los riesgos que conlleva y los costes que puede significar o abandonarla y permitir que se ahogue? Singer señala que siempre que ha planteado esta pregunta la respuesta ha sido la misma: debería salvarlo pues la vida del pequeño es mucho más valiosa que los pequeños costes e inconvenientes que se producirían. Eso es exactamente lo que cada uno de nosotros cree que haría si nos encontrásemos en una situación así. Sin embargo, Singer nos recuerda que a diario nos hallamos en una situación parecida, en un mundo en el que más de 900 millones de personas pasan hambre y cerca de 24.000 mueren cada día por enfermedades directamente relacionadas con la malnutrición y, sin embargo, no siempre actuamos salvando las vidas que podríamos.
¿Qué justifica la ayuda al desarrollo (pública, de instituciones privadas y de personas particulares) de los que están lejos, cuando muchas personas cercanas están pasando también por dificultades y problemas? ¿Cuál es la motivación, si es que hay alguna, para destinar parte de nuestros recursos (tiempo, dinero, personas,…) a la ayuda internacional cuando se están recortando tantos gastos necesarios en nuestros estados del bienestar, en nuestras empresas, en nuestra economía familiar? Y aun suponiendo que existen razones para mantener la cooperación al desarrollo en este contexto, ¿cómo debería ser la ayuda al desarrollo en estos tiempos de dificultad y de crisis?
Plantear esta preguntas en este momento, no es solo un ejercicio teórico sobre las motivaciones de la ayuda al desarrollo, sino una necesidad real. Es imprescindible justificar la solidaridad internacional (tanto pública como particular) con argumentos sólidos y actualizados, en un contexto de restricción y limitaciones como el actual, en el que se multiplican los cuestionamientos sobre su oportunidad y conveniencia.
En este artículo Luis Arancibia presenta algunas de las justificaciones éticas que siguen resultando validas y deberían ser resaltadas, junto con otras motivaciones basadas en el autointerés inteligente. El espacio compartido por ambos, debe constituir la base para una revitalización y revisión de la solidaridad internacional en estos tiempos de dificultad.
Artículo completo: https://tallersurzaragoza.files.wordpress.com/2012/12/solidaridad-internacional-en-tiempos-dificiles.pdf